Primer plano de las manos de una doctora midiéndole la presión arterial a un paciente

La primavera es una estación que muchos esperan con entusiasmo: días más largos, temperaturas agradables, paisajes florecidos… Sin embargo, también puede traer consigo ciertos cambios fisiológicos que afectan a nuestro bienestar, especialmente en lo que respecta a la presión arterial. En este artículo, vamos a explicar cómo influye esta estación en nuestra tensión arterial y qué podemos hacer para mantenerla bajo control.

Cambios de temperatura y vasodilatación

Uno de los principales factores que influyen en la presión arterial durante la primavera es el aumento progresivo de la temperatura. Con el calor, los vasos sanguíneos tienden a dilatarse, lo que puede provocar una disminución de la presión arterial, sobre todo en personas mayores o en quienes ya tienen una tensión baja. Esta vasodilatación puede derivar en síntomas como mareos, fatiga o sensación de debilidad.

Por el contrario, los días primaverales aún pueden presentar fluctuaciones térmicas importantes, especialmente entre la mañana y la noche. Estos cambios bruscos pueden afectar la autorregulación del sistema cardiovascular, generando oscilaciones en la presión que pueden resultar problemáticas en personas con hipertensión o hipotensión.

La alergia primaveral y su efecto indirecto

Durante la primavera, aumentan los niveles de polen en el aire, y con ellos, los síntomas de las alergias estacionales. Aunque la alergia en sí no afecta directamente la presión arterial, sus síntomas —como la dificultad respiratoria, la congestión nasal o el insomnio— pueden generar estrés físico y emocional. Este estrés puede activar el sistema nervioso simpático, elevando puntualmente la presión arterial.

Además, muchas personas recurren a medicación para la alergia que, aunque útil para los síntomas, puede tener efectos secundarios sobre la tensión arterial, especialmente si no se utiliza bajo supervisión sanitaria.

Cambios en la rutina y el estilo de vida

La primavera invita a salir más, hacer ejercicio al aire libre y modificar ciertos hábitos adquiridos durante el invierno. Estos cambios pueden ser positivos si se traducen en una mayor actividad física y mejor alimentación, lo cual contribuye a mantener una presión arterial saludable.

Sin embargo, para algunas personas estos cambios también pueden suponer un desajuste: alteración del sueño por el cambio de hora, mayor exposición a estímulos externos o incluso un aumento del consumo de bebidas estimulantes en terrazas y reuniones sociales. Todo ello puede tener un impacto temporal sobre la presión arterial, sobre todo si no hay un control adecuado.

¿Qué podemos hacer para controlar la presión arterial en primavera?

  • Medición regular: Especialmente en personas con hipertensión o hipotensión conocidas, es importante llevar un control de la tensión, incluso si se siente bien.
  • Mantener una buena hidratación: Con el aumento de temperatura, el cuerpo pierde más líquidos, lo que puede afectar la presión arterial.
  • Evitar cambios bruscos de temperatura: Por ejemplo, pasando de ambientes muy calurosos a espacios con aire acondicionado frío.
  • Consultar con el farmacéutico o el médico: Ante cualquier síntoma inusual, es clave acudir a un profesional para ajustar el tratamiento si fuese necesario.

La primavera es una estación de renovación, pero también de adaptación. Con información, prevención y pequeños gestos, podemos disfrutarla plenamente cuidando nuestra salud cardiovascular.

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